Vivir el Año Nuevo al 4%

Por Félix A. Pineda

En la cadena lógica de todos los procesos transformadores, primero se hace, luego se piensa lo que se hace, y de esta reflexión la realidad se rehace. El proceso se consuma en lo que denominamos aprendizaje, elemento transversal de todo acto de vida.

Jesús lo demostró, y más cerca en la historia, Freire lo comprobó y Piaget lo sistematizó. Aprender es la esencia de la vida. Cuando el aprendizaje se institucionaliza en sistemas formales que facilitan la reproducción social, lo llamamos educación.

Pero estas pasadas navidades encontraron al país recibiendo canastas navideñas en las que no se incluye el 4% que dice la Ley que se debe asignar a la educación. Paradójicamente, el regalo de Navidad que se hizo a la población —un millón de canastas por valor de 1,200 millones de pesos—, tiene un efecto perverso en la población: al tiempo que pretende ayudar a los empobrecidos, lo que logra es perpetuar las condiciones que generan el empobrecimiento.

Este efecto pernicioso se repite a nivel histórico: una población poco educada es ideal para gobernantes corruptos, farsantes y perpetradores profesionales. Esa es la trampa en la que ahora nos encontramos, y esta es la trampa en la que nos encontraremos mañana, si hoy no levantamos nuestra voz, con inteligencia, pero sin cobardía, con rabia cívica y mucha resistencia, para conseguir que nuestros gobernantes no se coloquen por encima de la Ley.

Hace 3 años (2008), un estudio encontró que 216,000 niños y niñas entre 5 y 17 años no asistían a la escuela (Grupo de Consultoría Pareto). Esto representa un 8% de la población nacional en edad escolar. Si el crecimiento vegetativo de la población no se ha detenido, esa cifra ya ha sido superada. Para este grupo de niños y niñas, las navidades no están completas. Hace falta algo así como un 4% del PIB. Que es poca cosa, comparado con el 20% del PIB estimado para la corrupción.

Todavía alguien puede dudar de si participa o no en el proceso de lucha por una mejor educación. Esa es una opción. Sin embargo, es bueno saber que la educación es la única opción que tienen los pueblos para salir hacia adelante. Ese ha sido el ejemplo de Taiwán, Corea del Sur, Japón y otros. En nuestro propio país, la persona que hoy ocupa el rol de presidente de la República, es un producto de la educación. Ningún otro mérito tiene. Resulta entonces un acto de mezquindad negar a otros la oportunidad de una vida mejor.

Los datos provenientes de Cuba indican que quien ha recibido una buena educación tiene menos probabilidades de delinquir. En nuestro contexto eso significa que aprobar un mayor presupuesto para la educación es luchar contra la delincuencia. Otra vez toma vigencia el cliché obligado de «construir una escuela y destruir un cuartel».

¿Por qué negar a un pueblo el derecho de la educación? Y si una Ley puede ser violada, ¿por qué no violar las demás? El 4% del PIB para educación es una Ley que la ciudadanía debe reclamar, porque nuestros gobernantes no tienen la voluntad de cumplir. Por esa razón, en estas pasadas navidades Jesús no nació en Belén, ni en Nazaret, como algunos creen. Nació en la República Dominicana, porque allí hay muchas cosas que se deben rehacer.

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Félix A. Pineda es miembro de la Iglesia Bautista Emaús (Santo Domingo Este), profesor de Historia y Realidad Latinoamericana en el Seminario Bautista de República Dominicana y Gerente de Calidad del Ministerio de Visión Mundial República Dominicana.

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